Recoleta guarda el secreto de Don Gaviota

Este reportaje salió el día Martes 2 de Agosto del 2016 en el diario Las Últimas Noticias.

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Alguna mañana, hace unos años, la chiquillería del barrio Recoleta vió en la esquina de El Roble con Guanaco una singular escena tipo Discovery Channel: Un hombre prematuramente canoso forcejeaba ferozmente con una tremenda albacora, tratando de meterla a su bodega. En la refriega sacudía sus canas como las plumas de una nerviosa ave llevando comida al nido. Y saltó el ingenio del chistoso del grupo: “Oye,¿cacharon a don Gaviota?». La caricatura del momento le encantó a Carlos Oyarce, proveedor de pescados y mariscos que, como empresario, bautizó así su picada. Que se ha vuelto famosa por la real frescura de sus productos, de atractiva variedad- que incluye erizos y locos como favoritos absolutos-,ostras de borde negro, pescados de roca y bastante más. Con óptima relación precio-calidad, con proveedores probados del norte y sur. Además en su corta vida ya duplicó el tamaño del local, redecorado, y ha evolucionado su cocina en técnicas, presentación y sabor. En férreo equipo con su esposa e hija y un personal siempre dispuesto. Un qué hablar de ceviches, chupes, caldillos, cancatos y pastas con mariscos, las tentadoras empanaditas e inevitables picoteos. Como la tabla de camarones ecuatorianos apanados ($11.900), locos con machas y ostiones parmesanos ($10.990) o su famoso jardín de mariscos ($21.990). Con un pulpo a la parrilla que promete. Para los que buscan novedades tienen unas sabrosas ancas de ranas brasileñas al ajillo ($13.900), conejos escabechado ($6.900), el atún sellado y hasta la centolla entera ($34.600). O una langosta al vapor ($38.000), que preparan en una hora (compare precios con el Mercado Central).

Para beber auténticos pipeños, sangrías y terremotos, amén de algunos vinos bien elegidos para una picada. A lo que agrega interminable lista de buenos tragos, con clavos oxidados, martinis secos y una letanía de sabrosos destilados de certificada procedencia. Ahora, será picada, pero los que saben comer la conocen y La Dehesa, Chicureo y todo Santiago se dejan caer allí. Sábado y domingo no hay reservas y las colas pueden ser peores que en revisión técnica para vacaciones. Pero los gourmets son duros y esperan cuando es bueno.

Por Rodolfo Gambetti.

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